Las/os niñas/os NO son ángeles, son personas.
Hace algunos
meses atrás la atención mediática ha estado centrada en los abusos que se están
cometiendo contra los niños de nuestro país; son hechos totalmente
aborrecibles, siento que ningún lugar está siendo seguro para ellos, no así,
todo se hace más alarmante y preocupante por el encubrimiento, lo intereses
creados, la falta de voluntad política por tomar medidas realmente efectivas que
les devuelvan la seguridad y no permitan que nada quede en la impunidad.
No se puede
negar que en la agenda pública se han establecido líneas de acción, estrategias
y que existen políticas públicas tendientes a proteger los derechos de los menores,
su eficacia no será análisis de este texto, pero si es importante referirlo
porque no se puede ignorar que si se ha hecho un trabajo por ejecutar los
mandatos constitucionales, y que existen instituciones, organismos y demás
entes públicos cuya misión es justamente velar por el cumplimiento de los
derechos de las/os niñas/os.
Pero como en
muchas de las situaciones negativas que nos enfrentan como sociedad, salta el
tema de los patrones culturales, creencias, concepciones; vuelve a surgir la
tan famosa visión patriarcal y paternalista que anula las opiniones de los
niños, que los invisibiliza desde el núcleo familiar.
Es muy usual
escuchar que las/os niñas/os son llamados como ángeles, nadie puede negar que
las/os niñas/os son alegría, despiertan ternura, motivan con sus ocurrencias,
dan ánimos de superación para sus padres o quienes se encuentren a su cuidado,
son luz para el mundo, pero el adultocentrismo los limita, ejerciendo una
relación de poder que los afecta terriblemente.
Los adultos
deben ser conscientes que los niños también mienten, que por el afán de disciplinamiento
y por su intransigencia los oprimen, los condicionan a expresar sus
sentimientos, sensaciones y emociones, les instauran miedo. Los adultos se
olvidan que los niños también manipulan, no porque sea su intención ni porque logren
dimensionar lo que es la maldad, sino porque es a lo que ellos los orillan.
En los últimos
días se han desatado varias controversias a propósito del decreto del
reglamento sobre la Ley Orgánica para Prevenir y Erradicar la Violencia contra
las Mujeres; los conservadores se han escandalizado, ya han marchado gritándole
al Estado que a sus hijos los educan ellos, a lo cual les digo.
Para mí es
plausible que las personas y/o grupos sociales defiendan sus tesis, convicciones,
etc., (libertad); es más plausible que los debates se generen con respeto y la
suficiente apertura para aceptar que nadie es dueño de la verdad y que lo más
fructífero será que diversas opiniones generen una convergencia positiva para
resolver los problemas sociales. En este caso desde mi perspectiva está
reinando la mal interpretación de la información, por los famosos sesgos,
conceptos erróneos de lo que significa una y otra cosa, imperando la
intolerancia, homofobia, la discriminación y develándose que los discursos de
igualdad son sólo eso, discursos vacíos para generar buenas impresiones y no
porque realmente se comprenda que vivimos en un mundo diverso.
Quienes han enarbolado
banderas con el hashtag #AMisHijosLosEducoYo, al parecer desconocen que existe
un principio llamado Interés Superior del Niño, (Convención sobre los Derechos de los Niños), y
como lo recoge nuestra Constitución, ellos están siempre llamados a velar por
su bienestar, y el ejercicio pleno de sus derechos. No pretendo hacer juicios
de valor pero creo que marchan por desatenderse de esa obligación y dejar que
otros hagan su trabajo, olvidando que la educación, principios, valores, etc., parten
de la familia, y ahora como se sienten amenazados porque sus hijos cambien su
orientación sexual por la educación que reciban de otros, reparan en todo lo ya dicho.
Son temas
polémicos que demandan muchas cosas para evitar conflictos, que no deben ser
tratados con pinzas, porque eso derivaría en blandos consensos, deben ser
abordados con el suficiente conocimiento y en la misma medida con la necesaria
tolerancia y respeto por los derechos humanos de tod@s.
Las/os niñas/os
NO son ángeles son personas, que necesitan ser escuchadas/os, observadas/os sin
llegar al extremo de la vigilancia, que merecen amor, atención, libertad para
que desarrollen sus potencialidades en una sana convivencia con sus familias y
armónicas relaciones con sus semejantes y particulares; que no pueden jamás ser
objetivizados ni utilizados como medios para nada.
La ternura de
las/os niñas/os no puede confundirse al punto de pensar que su inocencia no
puede dañar; así como, su sinceridad que no siempre agrada porque “hace quedar
mal”, tampoco debe ser motivo de castigos absurdos, ni nada parecido.
Simplemente hay que dejarlos ser, respetándolos, pero sobre todo, no
olvidando nunca que son personas, sujetos de derechos y NO ángeles terrenales.
Con afecto,
Excelente análisis felicitaciones
ResponderEliminarBuen análisis Estefania , creo que la educación e imposición de la iglesia ha calado muy fuerte en cómo vemos la educación , pero cuando se tapan las atrocidades de la iglesia y el sistema educativo es permitido , bastante doble moral
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