Juventud con pasión y sin compasión
La juventud es una de las etapas más exquisitas de la vida, y a su vez una etapa determinante, ya que en este período tenemos la responsabilidad de no sólo formarnos como personas, estudiar, independizarnos, sino que también sentar bases sólidas para el resto de nuestra vida.
En la actualidad los jóvenes
somos más decididos, hasta cierto punto arriesgados, vivimos a un ritmo más
ágil y aunque existen ocasiones en la que no medimos consecuencias, no nos
preocupamos, puesto que al fin y al cabo saboreamos la magnífica y opulenta
energía que nos concede la preciada juventud, y eso nos hace sentir “dueños del
mundo”.
Evidentemente que no todo resulta
fantástico, todos los días no son color de rosas, las tormentas con truenos, relámpagos
y que en ocasiones incluyen rayos, son imposibles de librar, aunque esto
tampoco significa que arraiguemos la idea de que es obligatorio experimentar
dolor y tragedias para evolucionar, NO, NO y NO; me refiero a que en muchas
momentos podemos dar pasos en falso, y esto no debe traducirse en algo
negativo del todo, dado que es parte del proceso y de nuestra construcción
personal y social el hecho de superar los obstáculos que acontezcan, romper las
barreras que pretendan frenarnos y asumir los desafíos necesarios que prueben
la perseverancia y el temple que poseemos.
No obstante, recalco que soy una
persona no sólo totalmente convencida, sino comprometida en que siempre debemos
actuar con CONSCIENCIA, para en
primer lugar no causarnos daño a nosotros mismos y en segundo lugar e igual de
valioso, no hacerle daño a los demás (Principio básico); por lo cual me siento
con el deber de producir una reflexión llena de cariño hacia todos los jóvenes
que en este preciso instante experimentan vacío y desolación, jóvenes que han
apagado su dinamismo y que en lugar de vivir con pasión, están sintiendo
compasión de ellos.
Los jóvenes con pasión son
alegres, valientes, positivos y llenos de sentimientos nobles para compartir
con los demás, pero sobre todo son visionarios, no buscan a las buenas
oportunidades, las crean con mucho empeño, si caen no se estancan en mirar el
paso de los demás, se levantan con más vehemencia y procuran cambiar lo que
está mal, transforman realidades y jamás son indiferentes.
No debe incidir en nada las “malas
experiencias” que se vivan para dejarse atrapar por la desidia, por la
tristeza, por la sensación de una vida miserable, siempre debemos prohibirnos
abrir nuestra alma para sumirnos en la desdicha, mientras que debemos limpiar
esa alma y dejar entrar en ella solamente fortaleza, júbilo y anhelos, mismos
que se convertirán en el soporte necesario para actuar y obrar con pasión.
La compasión a sí mismos
marchita, limita, cierra caminos, evita apreciar los trayectos que florecen
para nuestro andar, anula. Por esta razón, que la decisión de hoy y de todos
los días sea observarnos con amor, reconocimiento y admiración, pero sobre todo
observarnos siendo consecuentes del valor que poseemos y de la tarea que
tenemos para hacer de nuestra juventud el recuerdo más bello de nuestra
historia.
Con afecto,
Estefanía Villacís G.
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