La estirpe bolivarense

16:12 estefania villacis 0 Comments



Una tierra que enamora, que atrapa con su aire aplacible a nativos y visitantes, la tierra sin par que se erigió entre las aguas majestuosas del carrizal y el verde esplendoroso de sus campiñas, fecunda y productiva como ninguna, cuna de gente valerosa y aguerrida, quienes con ese espíritu inquebrantable y noble construyeron junto a sus sueños el desarrollo de la bella Calceta, Quiroga y Membrillo. 

Cien años ya celebramos, regocijados y esperanzados de que el nuevo centenario sería la consolidación de nuestro cantón como un referente turístico, gastronómico, cultural y por supuesto un cantón del conocimiento gracias al poderío de nuestra universidad, ESPAM.

El orgullo de ser bolivarenses es un sentimiento de todos y cada uno de nosotros, sus hijos, aspecto fantástico que nos eleva y distingue, que nos diferencia positivamente y que nos fortalece para cuidar de la tierra que es nuestra casa, que es lugar del  cual guardamos los recuerdos más memorables, lugar donde siempre está latente el deseo por regresar, el lugar que damos a conocer al mundo con la mayor emoción porque forma parte de nuestra esencia, de nuestra identidad y de nuestros sueños más lindos.

Un acontecimiento repentino e impensado nos golpeó, nos dejó vulnerables, nos entristeció, pero jamás nos arrebató la valentía y la voluntad de que nuestras acciones engrandezcan y por supuesto le concedan desarrollo y prosperidad al cantón Bolívar.

Dos meses han transcurrido, entre incertidumbre y  ánimos variables, cada uno de nosotros ha vivido estos días en diferentes ritmos, pero con la característica distintiva de que nuestra determinación por hacer y ver mejor que nunca, mejor de lo pensado a nuestra Calceta y a todos los demás lugares esplendorosos que conforman nuestro territorio, se ha reafirmado enormemente y con ello actuar de manera oportuna y correcta ante la recuperación.

La Sin Par  perdió vidas, perdió edificaciones, perdió símbolos de su historia, pero no ha perdido su encanto, valía, talento y capacidad de sus hijos; ya no tenemos a nuestro hermoso reloj público, sin embargo tenemos horas, muchas horas para reconstruir a nuestra tierra amada. 

Los escombros se evaporan y las huellas de tan dolorosa tragedia como lo fue el terremoto 7.8 del 16A pierden visibilidad, de a poco se va desvaneciendo el desconsuelo de observar los espacios vacíos aunque no deje de sentirse aflicción por los seres amados que ya no están para acompañarnos.

 ¡Al empate Calceta! Ha sido desde siempre nuestro grito de esperanza, es la frase entusiasta que nos ha otorgado notoriedad frente al país y el mundo. Hoy esas tres palabras equivalen más que nunca a la fuerza y poder que tenemos no para continuar, sino para edificar la nueva Sin Par, no solo para construir edificios, sino para cimentar progreso, no solo para crear escuelas, sino para  empoderar de educación a nuestros niños, no para llenar espacios porque sí, sino para visualizar y cristalizar la mejor ciudad que podamos tener, ya que lo merecemos por nuestro esfuerzo. Jamás conformarnos con lo “básico”, sino trabajar y obrar bien por darle el mayor esplendor al territorio bendito y privilegiado del cual somos afortunados de pertenecer.

Desechemos la idea de que hemos perdido, por el contrario hemos ganado una maravillosa y única oportunidad de tener y vivir en el lugar más armónico, completo y digno de ejemplo para millones de personas.

La estirpe bolivarense es sinónimo de un espíritu libérrimo y noble, de solidaridad e ingenio, de belleza y amabilidad, y sobre todo de lucha y optimismo. El ayer no podemos cambiarlo pero el mañana si podemos crearlo del modo más perfecto gracias al amor por nuestro cantón y con la fuerza de  nuestra estirpe bolivarense.

Con afecto,

Estefanía Villacís G.



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