Los procesos de la vida
De un día para otro todo se modifica,
bajo el estado de plenitud por estar a gusto con cada una de las cosas que
están pasando en tu vida, la mente vuela e imagina miles de situaciones para
fortalecer y potenciar esa felicidad que estás viviendo.
De repente, algo que no parece
grave lo cambia todo, lo que empezó como un simple mal viento terminó convirtiéndose
en un huracán que acabó sin piedad con lo que pensabas habías construido, y
luego de eso la indeseable sensación de desolación te aprisiona tan fuerte que
quisieras salir corriendo, pero sumado a eso sientes que no puedes moverte.
Si la felicidad es pasajera, de
instantes que deben ser aprovechados al máximo, la tristeza también pasa, pero
hasta eso son muchas las sensaciones, te pierdes a ratos y luego vuelves a
tomar conciencia, un ciclo que aunque queme el alma y te debilite las fuerzas
debe ser encarado con la mayor valentía.
Obviamente, se pierde tanto, recuperar
la paz es el primer paso para volver a ubicar los pies en la tierra y aclarar
la mente, sabes que todo tiene una razón de ser, quizás querer no es suficiente
para tener, podemos querer y desear mal, a lo mejor debemos vivir otras
experiencias para darnos cuenta que estábamos anhelando incorrectamente.
Aún sí, aparece la resistencia,
parece imposible soltar sin sentir tanto dolor, sabes que te hace mal pensar,
pero lo haces, piensas y es inevitable que se produzca ese nudo en la garganta, la
agitación en tu corazón, el vacío en tu cuerpo. Luego aparecen las voces de
consuelo, es tu espíritu que no deja de alentarte y tratar de rescatarte de ese
agujero en el que te visualizas.
Con el paso de las horas, y los
días, la luz volverá a aparecer, primero está la certeza y segundo la entereza para obrar de la forma correcta, y volver al sitial de felicidad y estabilidad ganado en momentos
pasados, pero esta vez, con las correcciones del caso.
Los procesos de la vida no pueden
ser ocultados, rehuirles es lastimarnos para siempre, y sí, nadie quiere llorar
a menos que sea de emoción, pero llorar por desconsuelo es la mejor manera de
depurar el alma, de borrar lo que sea necesario, para finalmente, escribir lo que
sea conveniente.
Sólo queda adquirir la mayor la
sensatez para convencernos de que nada del ayer importa ya, nada de lo que
pueda pasar debe generar ansiedad, sólo lo que estás haciendo hoy es válido
para poder avanzar.
Con afecto,
Estefanía Villacís G.
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