Contradictoriamente XENÓFOBOS
Acciones y decisiones
político-económicas a lo largo de la historia han propiciado una triste
realidad, la migración forzada, acompañada de crónicas llenas de fatalidades,
eso diferencia a la migración deseada, ya que migrar como parte de tu proyecto
de vida es una cosa pero hacerlo por huir de condiciones que claramente
menoscaban tres aspectos básicos de la dignidad humana como lo son, el vivir
como se quiera, vivir bien y vivir sin humillaciones, es otra. En razón de
ello, estoy segura que si conscientemente hacemos el ejercicio de entender la
dignidad humana, nuestros discursos serían más coherentes, y por ende nuestras
acciones más fraternas.
Mi padre fue migrante, entiende
muchas cosas y al compartir sus vivencias pretende despertar ese sentir de
compasión que ya en otra publicación abordé; aun así, experiencias como las de
él y muchos otros no se asemeja en nada a lo que acontece con los hermanos
venezolanos, porque más allá de titular su realidad como migración forzada, la
verdad responde a una crisis humanitaria.
Me atrevo a decir que somos
contradictoriamente xenófobos porque nos indignamos cuando políticas de otros
países bloquean la intención de trabajar y hacer una nueva vida donde consideramos
todo irá mejor. Pero cuando a nuestro país llegan ciudadanos colombianos,
cubanos, venezolanos, nos sentimos atacados, propagamos tanto odio con simples
palabras, nos tratamos de convencer que son unas plagas e infundimos aquello en
todo quien lo permita. Considero que nos falta criticidad para ir más allá de
lo visible y concreto.
Así, un día explotados y otro día
explotadores. Acabar con los círculos de la violencia parece ser más que una utopía.
No creo equivocarme en atribuirle estos hechos a las afirmaciones pesimistas
que seguro la mayoría hemos escuchado algunas veces o nos las han dicho, y que
por cierto me provocan repudio, te dicen: “Para aprender tienes que caer” (de
por sí la palabra tienes lleva una carga de obligación tenaz), y el caer
siempre usado como sinónimo de desgracia, no necesariamente debe darse el drama. Otra, “No has
sufrido”, quien dice que el aprendizaje debe incluir dolor. Entonces, aceptar estas apreciaciones propicia que reproduzcamos las malas actitudes recibidas. Pero lo grave no
es que se esté abusando de la necesidad, eso es lo menos, lo más grave y
terrible es pretender negar la oportunidad de una nueva vida a los que están
huyendo de sus países.
Decimos con desprecio, “Esos
venezolanos”, propagamos prejuicios, estigmatizamos sin piedad, olvidando algo,
SON PERSONAS, SOMOS PERSONAS. Así también olvidamos que hemos sido “Esos
ecuatorianos” en Estados Unidos, España, Italia, etc., y podemos volver a serlo.
Las medidas implementadas por el
gobierno, no son las idóneas, atentan contra los Derechos Humanos, y aquí voy a
decir algo, no todo y no siempre las disposiciones legales se enmarcan en lo
correcto o justo, sino pensemos en que Hitler actúo con base en sus leyes y ya
sabemos lo que pasó. Ahora, pondré un par de ejemplos. El día de mañana quienes
alcanzaron a ingresar sin la presentación de su pasaporte y demás documentos,
intentan matricular a sus hijos en alguna escuela, no es descabellado pensar
que autoridades comentan el craso error de negarles el acceso al derecho a la
educación, violando además el principio del Interés Superior, ¿No es esto una
violación a los Derechos Humanos? Para otro caso, va otro ciudadano venezolano
a pedir atención médica en estado crítico, supongamos que un agente de salud
muy burócrata insista en que sin documentos no puede realizar el ingreso al
hospital, y por todo ello la persona muere ¿No es esto una violación a los
Derechos Humanos?
Para reflexionar profundamente y exhortar
a los Estados de la región mediante nuestra empatía y solidaridad hacia los
protagonistas de la migración forzada a que se adopten medidas que les
garanticen sus derechos, teniendo en cuenta que el enemigo no es la migración ni los migrantes,
sino nuestras contradicciones de lo que SÍ para unos y NO para otros.
Somos ciudadanos del mundo, y
aunque el mundo tenga muchas banderas que nos otorgan una nacionalidad, no
podemos perder el sentido de humanidad.
Con cariño,
Estefanía Villacís G.
Acertado comentario nos hemos vuelto egoístas y doble moral , y aunque si deben existir políticas claras y aplicar la ley de migración no podemos actuar en contra de algo que somos
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