Ser compasivos
En la actual sociedad de
contrastes, hay quienes sin más se pusieron la camiseta de la indolencia e
indiferencia, no se inmutan por nada, nadie, viven en su mundo; y del otro lado
quienes viven al extremo del victimismo, en blanco y negro, con miedos, dudas,
auto encarcelados en una “tragedia” sobre dimensionada, y en otros casos
imaginaria.
La empatía se ha perdido, puede
ser porque muchos se creyeron la historia que la vida es una competencia,
corren tan a prisa que se pierden de observar y sentir lo que pasa allá
afuera; dejaron que se inoculara en ellos la idea que los logros se obtienen a
costa de todo y todos. Y bueno, también es verdad que no siempre esta a nuestro
alcance salvar a las personas, creo que intentar ponernos en sus zapatos y
evitar juzgar es bastante y correcto.
El otro día, una amiga me dijo
que soy muy radical y hasta dura respecto de ciertas cosas, a propósito de una
conversación donde expuse algo, y me hizo caer en cuenta de un punto importante
que me puso a pensar y reflexionar, la
compasión.
Quizás como pocas personas valoro
y respeto la diversidad humana, no pretendo imponer mis criterios, sin embargo,
hay cosas que me cuestan entender de la otredad, como la envidia, los dramas/victimismos,
las mentiras, el pesimismo/negatividad, y sobre todo el no ser agradecidos; repito
hasta el cansancio que ser agradecidos y respetuosos de los demás es
fundamental para la sana convivencia.
Entonces, acepte que ante
actitudes como esas, mis palabras y expresiones pueden parecer muy duras, me
cuestione a mí misma: ¿Estefanía será que has perdido la compasión por los
demás? Acto seguido, recordé una frase con la cual estoy de acuerdo que dice: “La
compasión empieza por uno” (No recuerdo de quien es, ni donde la escuche o leí),
el tema es que a partir de eso concluí lo que sigue.
Ser compasivos con nosotros mismos
no equivale a auto flagelarnos con reproches, arrepentimientos o tenernos pena
cuando algo no va bien o no sale bien, ni mucho menos sentirnos miserables. La
auto compasión es impulsarnos, saber que si fallamos en algo tenemos el poder
para arreglarlo, cambiarlo, más no para entrar en el papel de víctimas, eso no.
Además es convencernos que tenemos la suficiente valía para tener y vivir lo
que sintamos merecer.
Y de la misma forma, ser
compasivos con los otros no es tenerles lástima o reforzarles la idea de que
son pobrecitos, no es echarnos a llorar con ellos o sentarnos con ellos a
renegar de la vida; significa ser luz para la oscuridad que transitan, ánimos
para el desgano que los paraliza, es ayudarles a cambiar sus percepciones, a
que se liberen de las expectativas, a que aprendan a disfrutar lo bueno de la
vida y a danzar ante las adversidades que no se pueden controlar. Y lo más
importante, trabajar junto a ellos para ser resilientes.
La compasión es amor, darnos y
dar valor con calidez, y como su palabra lo dice, vivir com-PASIÓN.
Con afecto,
Estefanía Villacís G.
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