Legalizar una realidad, el aborto.

12:28 estefania villacis 0 Comments

Se tiende a caer en decir lo que genere simpatía, casi nunca en lo que se siente o se piensa realmente, casi siempre a lo que resultare conveniente; de aquí surgen las falsas realidades, erróneas interpretaciones y muchas acusaciones. 

Las argentinas trajeron al debate de nuestra región, la legalización del aborto, fueron semanas de una álgida controversia donde las etiquetas de pro vida y pro aborto resonaron, los medios de comunicación tuvieron demasiada responsabilidad en el reforzamiento de dichas etiquetas, en mi opinión esto contribuyó a las posturas cerradas; el debate no debe centrase en ese gran equívoco sino en porque es necesario que se legalice. 

Indudablemente este no es un tema para tratarlo a la ligera, escuché muchas de las intervenciones que se dieron en el senado argentino, y aunque el contexto argentino no es el mismo que el del Ecuador, analizar las posturas del porque si o porque no, son fundamentales para el debate, así como aprender a defender las convicciones. 

Queramos o no, el aborto es una realidad latente, que le duele a muchos, que escandalizan a otros y por lo tanto no se puede ocultar, se debe solucionar sin dogmas de por medio. Es cierto que un aborto clandestino o no, tiene riesgos, pero más el clandestino, que aunque no se legalice seguirá dándose.

Tan difícil es entender que la maternidad no es un deseo de todas las mujeres, que no puede ser forzada; y, más difícil entender que legalizar el aborto no es estar a favor de él, ni obligar a las embarazadas a que lo hagan, ni mucho menos fomentar la promiscuidad. No es acabar con la vida, equivale a que cada mujer tenga la posibilidad de decidir sin ser criminalizada, o expuesta a peligros innecesarios.

Los conservadores dicen que la solución no es legalizar el aborto, sino la educación sexual para evitar embarazos no deseados y con ello un aborto, obviamente aquello es imprescindible. Sin embargo, cuando en nuestro país o en otros se ha intentado desarrollar estas políticas, se alarman, marchan en contra del libertinaje sexual que según ellos el Estado quiere propiciar en los jóvenes; y, que decir de la iglesia que sale a pedirles a los jóvenes abstinencia y castidad porque el sexo es pecado si se trata de placer, sólo existe para la procreación. Aquí vale resaltar que yo creo fielmente en Dios y tengo la mayor certeza que ese Dios no condena ni esclaviza como muchos de los discursos que la iglesia le atribuye.

Estoy segura que muchas de las miles de mujeres que han levantado su voz y han sido propulsoras de este tan controversial asunto en ya muchos países, jamás en sus vidas han abortado, y tampoco lo fomentan, simplemente defienden los derechos de las mujeres que sobre todo por su realidad económica, lo hacen y son criminalizadas.

El sistema patriarcal no entiende que la legalización del aborto es una lucha por dos aspectos sustanciales, el primero evitar la ya mencionada criminalización, y además la muerte o complicaciones en la salud de las mujeres que toman la dura decisión de interrumpir un embarazo. Y segundo, para reivindicar sus derechos, acabar con la objetivización que las mira como incubadoras.

En todo este tiempo he leído de todo, desde posturas muy bien fundamentadas hasta barbaridades como las de presumir que las mujeres que luchan por la legalización del aborto pretenden vivir sumidas en la promiscuidad para interrumpir los embarazos que resultaren de su inmoralidad. ¡Por favor!

Muchos de los que juzgan a quien abortó, llamándola criminal por “matar” a un inocente, no se han dado cuenta que ellos también han “matado”; ¿A quiénes han matado? ¿De qué forma lo han hecho? Momento de darles respuesta a las interrogantes. Pues bien, han “matado” cuando callaron ante el hecho de un niño/a abusado, violado; cuando pudiendo no evitaron el femicidio y/o feminicidio; cuando antepusieron sus conveniencias y afectaron gravemente la vida de alguien más.

Me pregunto también por esos hombres que comparten mensajes ofensivos a las mujeres, si son los mismos que se niegan a usar preservativos. Me pregunto por las mujeres que juzgan perversamente a sus pares; y por muchas otras que cuando han ido a confesarse, buscando consuelo en un sacerdote (mismo que la hará creer la mujer más pecadora si le da señales de querer liberarse de las cadenas del patriarcado), no tendrán recelo de que su consejero espiritual que aparentemente les dará paz y las guiará por los senderos del señor, sea uno de los tantos pedófilos y abusadores que le han quitado legitimidad a la iglesia como institución.

Y qué decir de algunos políticos, ya no asombra la hipocresía tan férrea de los que dicen que defienden la vida; dicen que es un horror permitir que una mujer irresponsable quiera tapar su falta de cuidado quitándole la vida a un inocente, y yo me pregunto, defienden tanto la vida que poco les importa destinar recursos y adoptar medidas que combatan el hambre de quienes nacieron bajo la extrema pobreza; no sólo construir escuelas, sino contratar docentes que los eduquen para que tengan una vida digna; que en la misma forma construyan hospitales que los atiendan. No son los mismos que bajo las ansías de acumular poder y gozar de los recursos públicos prefieren usar el dinero del Estado para su provecho y no para atender las necesidades de las personas.

Nuestra legislación, considera no punible el aborto en ciertos casos, ante lo cual me surge una nueva pregunta, ¿La norma se está contradiciendo? ya que si el argumento es que con indiferencia de si es feto, embrión, etc., es un ser vivo; entonces, no es un ser vivo cuando dicha mujer ha sido violada, siempre y cuando padezca discapacidad mental, en ese caso no hay asesinato, no hay pecado. ¿De qué hablamos? Y si la violada eres tú, no tienes discapacidad mental, quedas embarazada y decides interrumpirlo, te vas a la cárcel y el violador libre violando a otras mujeres, ¿Replantarías tú postura? 

De este tema hay mucho por decir, pero finalizo con lo siguiente: NO ESTOY A FAVOR DEL ABORTO, (lo digo con todas sus letras), pero así como no participaría para que alguien tome esa decisión, tampoco la juzgaría. Como personas podemos ser todo, pero recuerden algo, hay un momento preciso en el que somos NADIE, y ese es para juzgar a otro. Si quieren no comprendan, pero reconozcamos que cada uno tiene una historia diferente, luchas diarias e internas que no necesitan ser divulgadas para que cuando producto de eso se dé un resultado “contrario” a sus creencias, reciban aceptación.

Los que condenan no defienden la vida, defienden sus conceptos; los que defendemos la vida sabemos que es necesario ser progresistas.

Con afecto, 

Estefanía Villacís.

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