¿Qué debemos hacer por las personas que queremos?

9:29 estefania villacis 0 Comments


El afecto que sentimos por las personas que conforman nuestra familia, así como el cariño que llegamos a sentir por nuestros amigos y también el aprecio y consideración que nos despiertan aquellos que por diversos temas se vinculan con nosotros, estoy segura que nos inclinan a siempre procurarles su bienestar, a que se sientan bien en nuestra compañía y a que se afiancen los vínculos de fraternidad.

Sin embargo, no faltan las situaciones en las que llegamos a distraernos e inconscientemente conseguimos que se disminuya la calidad de tiempo que compartimos con dichas personas, es como dejar enfriar la calidez y levantar barreras. Por ello, cabe preguntarse siendo lo más honestos posibles, ¿Qué hemos hecho por las personas que queremos?  ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué debemos hacer?

Estoy convencida que lo primero es realizar una comparación de lo que se ha vivido con lo que se vive, aunque vale acotar que las comparaciones de cualquier clase no suelen ser muy agradables, aun así no dejan de ser necesarias e importantes a fin de esclarecer aquello que se ha tornado oscuro y desde luego renovar esas relaciones interpersonales.

Como segundo punto considero que deberíamos tratar de mostrarles un mayor interés por sus asuntos, para que si les surge un momento de flaqueza, por ejemplo, sientan que nuestro apoyo será efectivo e inmediato, que cuentan con alguien que está dispuesto a alivianar sus cargas y preocupaciones.

Tener detalles que denoten nuestro interés hacia ellos, hace que la vida de esas personas se colme de dichas; una llamada, o un mensaje nunca estarán de más, por el contrario nos permitirán mantenernos cercanos y evitar que las ocupaciones del día a día nos desvinculen de lo realmente significativo.

El tercer punto se basa en el ánimo que se puede inyectar, en ser capaces de contagiarlos del mayor entusiasmo para que en ningún momento pierdan la fuerza para lograr sus sueños, para desenvolverse con mucha pro actividad, con un dinamismo puro que los construya en personas más felices, optimistas y resilientes.

El cuarto paso pareciera complicado pero no lo es, básicamente requiere que en la medida de lo posible nos encontremos serenos y prestos para que en lo que estemos realizando predomine la positividad, formar una conducta equilibrada que nos respalde al momento de querer aconsejar, guiar, de conducir a nuestra gente amada por las rutas más sencillas y alegres sobre las que se pueda tener alcance.

Finalmente y no por ello menos importante, lo que debemos hacer continuamente por las personas que queremos y que anhelamos estén felices, es darles prioridad, organizar nuestro tiempo y tareas para que no se queden fuera de nuestras vidas, ya sabemos que muchas cosas son impredecibles y lamentar el haber podido dar más de nosotros a alguien querido, puede generar una tristeza no tan simple de sobreponer.

Quererlas y quererlos mucho, con la mayor intensidad, eso es lo que debemos hacer por las personas que forman la parte linda de nuestro mundo.

Estefanía Villacís G.

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Las expectativas y los estereotipos

19:46 estefania villacis 0 Comments


Dos palabras compuestas por la misma cantidad de letras, con las mismas iniciales y con el mismo peso psicológico y social, causan mucho daño, hay que  derribarlas a tiempo.

Todos nosotros las experimentamos, sin darnos cuenta nos equivocamos más de las veces en auto etiquetarnos y por consiguiente etiquetar a personas indistintamente de si las conocemos mucho o poco. Nos desgastamos por ser lo que otros esperan y en esperar lo que los otros jamás sabrán ser. Nos empecinamos en colmarnos de expectativas y de avasallar a los demás con estereotipos. A la vez que nos estereotipamos y nos quedamos expectantes de los otros. Un juego muy peligroso.

Pensar es parte de todo, el paso previo para hacer y transformar, pero adelantar criterios es una gran piedra que obviamente retrasa el andar, que nos hace caer por ir de prisa sin observar, y además nos aleja de poder apreciar a las personas, de apreciarnos, y todo esto nos minimiza en nuestro propio valor.

Han sido infinitas las circunstancias en las que he sido consciente de lo frustrante que son las expectativas y de lo denigrante que pueden llegar a ser los estereotipos. Son presiones tan asfixiantes como incensarías.

Formarse a partir de moldes puede llegar a ser tan esclavizante, pero formarse con base en la esencia, nos hace libres y auténticos. Las generalidades casi nunca son correctas y peor positivas, atreverse a ser la excepción puede resultar en muchos casos la mejor decisión. Y, si bien es cierto que cada uno elige como ser, como actuar, si atravesar el bien o el mal, hay que tener presente que no somos nadie para juzgar, señalar y condenar, por ende no hay que estereotipar.

No creo que vengamos con el chip incorporado de ser prejuiciosos, la herencia social y cultural nos orilla a tener actitudes para nada justas y por ende discriminatorias, y son dichos prejuicios los que forman los estereotipos, la mayoría podemos caer en la trampa por la famosa aceptación, lo que quizás muchas veces no alcanzamos a distinguir es que aquello sobrevive en un círculo vicioso que puede llegar a aniquilar.

Si meditamos un momento breve en los efectos que provocan los estereotipos, nos daremos cuenta que al dejarnos atrapar por esta condición, terminaremos creyendo que somos lo que nos dicen, haciendo lo que no nos complace, diciendo lo que no sentimos, actuando sin identidad y con mucha superficialidad que aplasta nuestra verdadera personalidad.

Muchas veces nos hemos dejado encadenar por los estereotipos, en algún momento pueden significar como parte del proceso de encontrarnos a sí mismos, para revelar lo que somos y revelarnos de todo, absolutamente todo lo que no nos satisface, lo que nos ata de manos y pies.

Hay que ser más observadores que habladores, más amplios para descubrir y menos cerrados para pretender condicionar.

Las malas percepciones, originan fatales suposiciones. Para que suponer si no hay verdades absolutas, para que formarnos de presunciones, si lo único que debemos hacer es experimentar desde nuestra realidad.

Las expectativas son fantasías que lastiman, los estereotipos son agresiones.

Estefanía Villacís G.
 

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Migrantes venezolanas y violencia de género.

15:32 estefania villacis 0 Comments

La migración de muchos ciudadanos venezolanos a diferentes países del continente, en un primer momento desató una reacción de xenofobia impresionante, hecho contradictorio puesto que muchos de esos países que hoy se han convertido en el refugio de dichas personas tienen una historia de migrantes muy marcada.

Los gobiernos de América Latina, por su parte, ante la presión, el impacto mediático, realidad política, depresión económica y otros factores, implementaron medidas que en su mayoría se configuraron claramente atentatorias de derechos humanos, por ejemplo, el solicitarles pasaportes. Lo descrito, y otros sucesos conocidos acapararon la atención de la opinión pública, sin embargo, existe un tema en específico que quizás no ha sido visibilizado, la violencia que sufren las migrantes venezolanas. 

En este mes de noviembre que el activismo se intensifica para defender los derechos de las mujeres, he considerado fundamental, profundizar en la terrible realidad que han y están viviendo muchas venezolanas, abusadas y explotadas laboralmente debido a los arraigados preceptos sexistas, machistas y por supuesto a los famosos y macabros roles de género que lastiman y en algunos casos anulan por completo su dignidad.

Lo mencionado, personalmente me resulta más alarmante por cuanto ésta violencia no está siendo generada únicamente por hombres, sino por otras mujeres que gozando de mejores condiciones de vida se aprovechan de la necesidad de sus pares, quienes no tienen más opción que aceptar todo lo que se les imponga, además que en la mayor parte del tiempo se encuentran vulneradas emocionalmente ante palabras y actitudes llenas de menosprecio.

Lo dicho responde también a que he podido observar a algunas venezolanas en las calles, vendiendo sándwiches, jugos, entre otros productos, mismas que lidian constamente con silbidos morbosos, “piropos”, que a pesar de incomodarles, deben agradecer, son cosificadas, además del género, por encontrarse en un posición contraria y de desventaja; se enfrentan con pitos y gritos, ya sabemos que la mayor parte de nuestro tiempo vivimos de prisa, pero lo más doloroso es que otras mujeres les lanzan el carro – sentido figurado-, aquellas que las satanizan por sus características físicas, las mismas que del modo más indolente las llaman putas, sin detenerse a ponerse en sus zapatos, e imaginar por un instante que sería de ellas si les tocase trabajar en las calles para tener con que alimentarse, pagar un lugar donde vivir, comprar medicinas si lo necesitaren. Más allá de todo esto, que pareciera no tan grave, existe otra realidad más espeluznante, la trata de mujeres, de niñas,  pasa más de lo que se pudiera imaginar, están siendo mercantilizadas.

La Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, en su artículo 5, literal a), señala que: “Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para: Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres; (…)”.[1] Y sí, existen normas promulgadas para dar cumplimiento a este y otros mandatos, si son las suficientes y correctas, es otro tema, pero lo traigo a colación por la siguiente interrogante, ¿Qué estamos haciendo nosotros para transformar esos patrones socioculturales? Como reza la tan conocida frase, “Si cambias tú, cambia el mundo”, si comenzáramos a realizar un ejercicio constante sobre nuestras palabras y prácticas prejuiciosas y discriminatorias, seguramente no nos desgastaríamos tanto como sociedad al momento de debatir y diseñas leyes y reglamentos que terminan siendo una mera fuente bibliográfica.

La violencia no es algo dado, es un conjunto de palabras y prácticas aprendidas, fácil de propagar, por ende la violencia de género es un fantasma que perfectamente se puede combatir, si continuamos rebelándonos ante el patriarcado, si nos atrevemos a defender todo aquello que nos permite ser libres y construirnos en los seres que queremos y no en el que nos imponen, y, si generamos más empatía y apoyo a nuestro género.

Estefanía Villacís G.




[1] Asamblea General. “Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación a la mujer”. A/RES/34/180. Aprobado: 18 de diciembre de 1979. En vigor: 3 de septiembre de 1981. Ratificado por Ecuador: 1981.

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