El poder desfigurado en corrupción.

10:10 estefania villacis 0 Comments


¿Qué es el poder? De modo simple, la capacidad de hacer algo; por ello, el poder puede ser personal, social, económico, político, etcétera. Poder es una palabra que usualmente se la emplea para referirse a lo público, a lo político; haré un paréntesis para decir que en el plano espiritual se le ha dado más énfasis al significado de esta palabra para que muchas personas cultiven fortaleza y descubran ese poder interno que les permitirá cambiar su vida y conseguir la plenitud anhelada. Sobre esta última premisa diré además que una persona en su individualidad es poderosa cuando ha logrado potenciar sus talentos/habilidades, alcanzando seguridad en sí misma y cuando ha acrecentado su fuerza para ser resiliente. 

Ahora bien, parecería ser que el poder dentro del sector público seduce y corrompe más que generar escenarios positivos en favor de los administrados. De ahí que, para muchas personas el poder es más ansiado que el dinero, también se ha escuchado lo siguiente: “Entrégale un poco de poder a alguien y descubrirás quien es realmente”, y aunque la intencionalidad de aquella frase sea la de insinuar que el poder devela la falta de principios de las personas, hay otras que sí lo han usado de una forma propositiva.

El ejercicio de poder está implícito en todo, desde un espacio aparentemente pequeño como el de una oficina, hasta los palacios de gobernantes, los intereses surgen y se multiplican de forma exorbitante, surge la exclusión y se erige el servilismo para perpetuar ese poder; en consecuencia, para que una persona pueda ejercer de la forma más óptima el poder que tenga, requerirá estabilidad emocional, un alto sentido de respeto por los demás y voluntad de hacer bien su trabajo, hecho poco común.

Por ello, la delgada línea en entre el uso y abuso del poder se da cuando las acciones, actitudes y decisiones generan desigualdad entre las personas, situando a unos en ventaja sobre otros, cuando además se propicia violencia que despierta odio y discriminación, sociedades polarizadas, que adquieren hábitos de confrontación. El buen uso del poder, en cambio, permite que las personas deconstruyan creencias, rompan moldes, y que se formen nuevos patrones culturales que son la base para que las libertades fundamentales de las personas se superpongan a todo.

Las relaciones de poder, queramos o no, traen implícitos intereses y pretender que ninguna persona tenga alguno es una total ilusión; deben existir intereses, evitar que generen conflictos dependerá de que éstos no intenten beneficiar a pequeños grupos sino a los colectivos. Entonces, ¿Cómo evitar  o controlar el abuso del poder? Esa respuesta se definirá con las prácticas sociales; el abuso del poder político que en términos genéricos equivale a corrupción se puede erradicar si incidimos en las funciones del estados sobre los siguientes puntos: 1) Que se sancionen todos los delitos para acabar con la impunidad, evitando que paguen justos por pecadores; 2) Que se generen protocolos de prácticas eficientes y transparentes en la administración pública; y 3) Evitar naturalizar prácticas visiblemente atentatorias a los derechos de las personas.

Usamos el poder cuando las estructuras políticas, sociales, culturales y económicas se han transformado en beneficio de las personas; abusamos del poder cuando se caotiza el convivir de esas personas, surgiendo la dominación y el sometimiento.

Estefanía Villacís G.

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