Michelle Obama, una dama de primera.
De mirada profunda y vehemente, de sonrisa amplia, de expresiones francas, de temple luchador y dueña de un gran estilo que realza su imponente presencia, así es como describo a Michelle Obama, primera dama de los Estados Unidos. Una mujer que como la ha reseñado su esposo Barack, es increíble. ¿Por qué?
Ella ha roto paradigmas, se ha posesionado como una
mujer influyente y poderosa sin hacer uso de la fatuidad, se ha ganado la
admiración y el respeto de millones de hombres y mujeres en todo el mundo
porque ha sabido llegar al corazón de las personas, exteriorizando su
integridad personal, transmitiendo sus principios y sueños, sus ideales que se
resumen en propiciar un bienestar colectivo, dirigiendo extraordinarias
iniciativas como lo son el acceso de las niñas a la educación, así como también
iniciativas sobre nutrición, deportes, violencia de género, entre otras.
Ha demostrado lo que muchas mujeres líderes a nivel
del mundo promueven, sobre que si se puede lograr un equilibrio entre los roles de
madre, esposa, profesional y referente positivo de la sociedad. Sus mensajes
han logrado empoderar y reivindicar la igualdad de género.
Bastaron pocos discursos para apreciar su condición
de líder nata, misma que se ha reafirmado en cada una de sus apariciones, en
las que de ningún modo sus palabras han tenido la misión de transmitir odio, segregación o pena; por el
contrario, transmiten ánimo, fortaleza e inspiración para todos quienes aún no
están conscientes de su valía e ingenio, pero sí detenidos en supuestos
obstáculos.
Si hay algo que valoro de sobremanera respecto a la
actitud y mensaje de Michelle, es precisamente el hecho de que ella jamás se ha
dirigido a las personas en un plan de víctima, discriminada, oprimida o
maltratada por temas raciales u otros; ella ha sabido comunicar sus
experiencias de vida utilizando un lenguaje conciliador y motivador.
Michelle es una mujer real, inteligente y cálida
que ha usado el poder político para lo que verdaderamente se debe usar, mejorar
la vida de las personas, primero desde un cambio de mentalidad y desde luego
propiciando proyectos que logren el cometido.
En cada aparición demuestra que las mujeres debemos
ser críticas y propositivas, jamás sumisas y programadas a aceptar lo que nos
ocasiona daños e impedimentos para desenvolvernos de la forma más óptima en
todos nuestros roles. Nos invita a ser autoras de cambios y no observadoras u
oyentes de todo aquello que atenta contra nuestros derechos humanos.
Las iniciativas más loables, para mí, son las que
se gestan en beneficio de los niños, y tanto el mensaje positivo, como las
acciones emprendidas por la primera dama en pro de la infancia de Estados
Unidos y del mundo, acentúan mi admiración por ella, una mujer cuya nobleza y
carácter la han constituido en un ícono político y social.
Algo transcendental que nos deja Michelle, es la
premisa de que se pueden derribar fácilmente los muros de la desigualdad que
ocasionan terribles injusticias y a la vez tomar las oportunidades existentes y
crear las necesarias para construir un mundo mejor.
Michelle no sólo es grande por su estatura, es
grande por el valor de su corazón y la firmeza de sus convicciones.
Siempre he escuchado decir que detrás de todo gran
hombre hay una gran mujer, Michelle junto a Barack son la prueba fehaciente de
aquella frase.
El mundo necesita más mujeres como Michelle Obama.
Con afecto,
Estefanía Villacís G.
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