La soledad también es divertida.
En esos giros inesperados que da
la vida por un mayor o menor tiempo es casi seguro que experimentemos la
soledad. Esta es una palabra que provoca una especie de terror en muchos, sin embargo, no necesariamente debemos
vivir solos para codearnos con la soledad, muchas veces a pesar de compartir
una casa con algunas personas podemos estar más solos que quienes no tienen compañía.
Realmente a mí nunca me ha desagradado
estar sola, todo lo contrario, para mí esos momentos en los que me encontraba absolutamente
sola en mi casa o en otro lugar, representaban horas sagradas donde podía
concentrarme mucho más, pensar, evaluar y replantear mejor mis cosas, y por
consiguiente actuar con más aciertos. Una especie tratamiento emocional,
liberador de tensiones de toda clase.
¿Cómo puedes estar sola?, ¿No te
da miedo? Eran preguntas que oía con frecuencia. Si puedo, lo disfruto y
dependiendo de la ocasión me encanta, (esto tampoco significa que no disfrute
en la misma medida el acompañamiento); y que si tengo miedo, no para nada, más
miedo me da estar en la calle a expensas de cualquier peligro, decía yo. No sugiero que debamos vivir siempre solos porque no es lo ideal, sino que hay
que sobrellevar la soledad obteniendo de ella sólo sus beneficios.
La vida equivale a una
evolución constante, al encontrarme viviendo completamente sola y lejos de las
personas más importantes de mi vida, las cuales son mi familia, he terminado
por comprobar que la soledad tiene más beneficios de los que creía. Ciertamente
se puede disfrutar tanto de ella que dejarás de notar que desayunas, almuerzas,
cenas, escuchas música, etc, etc, etc, sola.
Si lo pensamos mejor, nos daremos
cuenta que la soledad es una de las mejores armas para combatir las
dependencias, porque nos retamos a hacer lo que no habíamos hecho antes, descubrir lo que no conocíamos y que nos
beneficia enormemente, desenvolvernos de una manera más responsable, aventurarnos
sin temor pero a la vez con cautela, a simplemente vivir bajo nuestra
autodeterminación.
Es básico, para ser una excelente
compañía primero debemos disfrutar de nuestras buenas actitudes y transformar
nuestras imperfecciones a solas; por eso, a la soledad no se le huye jamás, se
la acoge el tiempo que sea necesario que esté a nuestro lado para así dejarla
cumplir la función específica que tiene con cada uno.
Desechemos la errada idea de que
la soledad equivale a tristeza y aceptémosla como un bonito regalo para
valorar más a quienes queremos, valorarnos más a sí mismos cuidándonos, queriéndonos
y motivándonos a seguir caminando firmes aunque sintamos que en partes inestables
no tenemos de quien sujetarnos. Hasta por la soledad debemos agradecer y así de
a poco comenzarán a florecer en nuestras vidas compañías lindas y de calidad.
Son muchas las cosas a las cuales
debemos resistirnos con potencia, la soledad no debe estar en ese grupo, sino
en el grupo de las oportunidades para desarrollarnos, y en el grupo de las
mejores experiencias para vivir con libertad de ser lo que nos dictan nuestros pensamientos
y hacer lo que nos inspiran las emociones.
La soledad también es divertida,
los aburridos somos nosotros.
Con afecto,
Estefanía Villacís G.
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