Impulsos

14:58 estefania villacis 0 Comments

Por un lado, las iras y el miedo, por el otro, las alegrías y  sorpresas,  estas emociones circunstanciales son los principales motivos que nos impulsan para que actuemos sin antes detenernos un instante a analizar si lo que vayamos a decir o hacer generará una reacción apropiada o por el contrario causará  significativas consecuencias, que obviamente serán molestosas para  unos y creadoras de fatigas para nosotros.


Dicen que en su mayoría los impulsos son causantes de daños, pero no es un regla general, ni algo totalmente cierto, dado que la espontaneidad que vale decir es una actitud linda y natural manifestación de las personas sinceras, también ha creado gratos momentos y grandes resultados en quienes  casi nunca dejan espacio para que las dudas hagan de las suyas y se arriesgan a exteriorizar lo que les dicta su corazón en el acto.


Eso sí, el ser impulsivos, impulsivos, así como algo parecido a lo agresivo, resulta fuerte, ya que no sólo serás percibido con una persona desagradable, sino que siempre propiciarás caos y problemas, te etiquetaran como un ser difícil e infeliz, a quien todos van a querer, pero muy lejos; y quizás tu carácter no sea en su conjunto así, pudo pasar que algo o alguien te haya dejado con esa mala actitud, ¡Qué importa lo que pasó! Aquí es cuando digo que: Vale dejar de ser impulsivos, pero si impulsarse a desechar todos los arrebatos, y esto agota menos que lo primero. Tampoco cabe saturarse, porque todo lo que no queramos de nosotros se puede reformar sin colapsar.


Completamente diferente es el que se tenga un impulso por alegría, de esos que en un dos por tres originan chispas, de los que encienden a la gente, los que muchas veces dejan al descubierto realidades por demás bonitas, que tan pronto como se asimilen concederán muchas otras ventajas.


Con independencia de los títulos que tengamos, el mérito más grande es poder estudiarnos continuamente y aprender de ello. Cual estudio de química o física, debemos ir rediseñando a diario nuestras fórmulas para que todos los impulsos que sintamos, detonen en pura felicidad.


Estoy convencida de que en los peores momentos en los que podemos tomar impulsos sobre cualquier asunto, son cuando nos encontramos tristes, o cuando nos encontramos muy enojados, porque estaremos tomando las elecciones desde nuestros vacíos, y no en torno a lo que realmente es conveniente y prudente.


En suma, si los impulsos que provocan el amor o el sentirnos bien deben ser regulados, algo mesurados, los impulsos que causan los miedos y el odio deben ser bloqueados, ni siquiera pensados. Igual no hay porque hacerse líos, pues existen momentos en los que nada debe ser muy razonado, bastará práctica para entenderlo y tener la confianza de que es parte de nuestra libertad manifestarnos de vez en cuando sin protocolos.


Lo que si doy por sentado es que los impulsos son en muchos casos queridos y en otros extraños, a veces tan necesarios, a veces hacen daño, y  a veces nos ayudan a escalar peldaños.


Con afecto,


Estefanía Villacís G.

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