SORORIDAD

14:07 estefania villacis 0 Comments

Parecería ser que con el auge y fortalecimiento de muchos colectivos feministas, y programas a favor del respeto e igualdad de la mujer, se ha conseguido que los objetivos planteados estén siendo una realidad, lamentablemente el progreso no está en el nivel deseable desde mi perspectiva.


¿Por qué digo esto? Por un motivo muy claro y evidente, estamos siendo nosotras las mujeres las primeras en descalificar a otras mujeres, en convenir por ejemplo que fulana no es apta para un cargo o función por tal asunto, que sultana ha llegado a conquistar algo no por méritos propios sino por una dudosa decencia, entre otras afirmaciones desconsideradas y carentes de sustento; es realmente una pena que mientras quienes están dedicando su tiempo y esfuerzo a la lucha de una sociedad igualitaria, otras personas que no han dimensionado lo transcendental de la causa, empañezcan los pocos avances logrados simplemente porque no tienen la suficiente determinación para desprenderse de prejuicios y complejos.


Hay que rivalizar con los injusticias, no entre mujeres, porque si efectivamente nuestra pretensión es que nuestro empoderamiento no se quede en una simple aspiración, no podemos usarnos entre nosotras a conveniencia del momento, sino que debemos concienciar en que todas somos una pieza fundamental para crear lazos irrompibles y propiciadores de ese trato deferente y de una postura categórica que reivindique y proteja nuestros derechos.


Ir replanteando posturas es fundamental durante este proceso que jamás dejará de necesitar acciones concluyentes, puesto que las tramas siempre serán cambiantes y frente a eso hay que expandirse sin que se trastoquen los principios que forjan la lucha incansable para situarnos como seres capaces de todo y sin limitación alguna, descomponiendo el estigma de la “debilidad femenina”. 


Los tabúes ya pasaron de moda, declarémonos liberales, SIN MIEDO, eso no tiene por qué restarnos credibilidad ni hacernos ver inmorales, vivamos con total independencia, pero más allá de todo esto apoyémonos las causas feministas, pero sobre todo rompamos de forma urgente con el erróneo posicionamiento del androcentrismo. 


Abandonemos las hipocresías, las competencias malsanas, las desacreditaciones, el feo hábito de desmerecernos entre mujeres basadas en supuestos y rumores, es hora de ser mujeres junto a las mujeres, no unas en contra de las otras, de estar proclives a ser soporte y no barrera, de fortalecer relaciones honestas para forjar las medidas necesarias que anulen las dependencias, sumisiones y maltratos de una sociedad en la cual las células del machismo continúan en normal funcionamiento.


La conquista de un mundo donde se efectivice la igualdad de género no será realidad mientras nosotras las mujeres no erradiquemos ese machismo que nos fecundo la sociedad patriarcal, mientras se sigan formando hijas sumisas y conformes, hijos autoritarios e insensibles, pero en lo principal no se podrá lograr la conquista de la no discriminación y violencia hacia las mujeres, mientras nosotras continuemos rompiéndonos los tacones.


Fraternidad, solidaridad, respeto y apoyo entre mujeres, eso es sororidad, esa es la concepción bajo la cual debemos actuar si realmente estamos comprometidas en obtener que se validen nuestras opiniones y que se reconozcan nuestro trabajo.


Con afecto,


Estefanía Villacís G.

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