SORORIDAD
Parecería ser que con el auge y
fortalecimiento de muchos colectivos feministas, y programas a favor del
respeto e igualdad de la mujer, se ha conseguido que los objetivos planteados estén
siendo una realidad, lamentablemente el progreso no está en el nivel deseable
desde mi perspectiva.
¿Por qué digo esto? Por un motivo
muy claro y evidente, estamos siendo nosotras las mujeres las primeras en
descalificar a otras mujeres, en convenir por ejemplo que fulana no es apta para
un cargo o función por tal asunto, que sultana ha llegado a conquistar algo no
por méritos propios sino por una dudosa decencia, entre otras afirmaciones desconsideradas
y carentes de sustento; es realmente una pena que mientras quienes están dedicando
su tiempo y esfuerzo a la lucha de una sociedad igualitaria, otras personas que
no han dimensionado lo transcendental de la causa, empañezcan los pocos avances
logrados simplemente porque no tienen la suficiente determinación para
desprenderse de prejuicios y complejos.
Hay que rivalizar con los
injusticias, no entre mujeres, porque si efectivamente nuestra pretensión es
que nuestro empoderamiento no se quede en una simple aspiración, no podemos usarnos
entre nosotras a conveniencia del momento, sino que debemos concienciar en que
todas somos una pieza fundamental para crear lazos irrompibles y propiciadores
de ese trato deferente y de una postura categórica que reivindique y proteja
nuestros derechos.
Ir replanteando posturas es
fundamental durante este proceso que jamás dejará de necesitar acciones
concluyentes, puesto que las tramas siempre serán cambiantes y frente a eso hay
que expandirse sin que se trastoquen los principios que forjan la lucha
incansable para situarnos como seres capaces de todo y sin limitación alguna,
descomponiendo el estigma de la “debilidad femenina”.
Los tabúes ya pasaron de moda, declarémonos
liberales, SIN MIEDO, eso no tiene por qué restarnos credibilidad ni hacernos
ver inmorales, vivamos con total independencia, pero más allá de todo esto apoyémonos
las causas feministas, pero sobre todo rompamos de forma urgente con el erróneo
posicionamiento del androcentrismo.
Abandonemos las hipocresías, las
competencias malsanas, las desacreditaciones, el feo hábito de desmerecernos
entre mujeres basadas en supuestos y rumores, es hora de ser mujeres junto a
las mujeres, no unas en contra de las otras, de estar proclives a ser soporte y
no barrera, de fortalecer relaciones honestas para forjar las medidas
necesarias que anulen las dependencias, sumisiones y maltratos de una sociedad
en la cual las células del machismo continúan en normal funcionamiento.
La conquista de un mundo donde se
efectivice la igualdad de género no será realidad mientras nosotras las mujeres
no erradiquemos ese machismo que nos fecundo la sociedad patriarcal, mientras
se sigan formando hijas sumisas y conformes, hijos autoritarios e insensibles,
pero en lo principal no se podrá lograr la conquista de la no discriminación y
violencia hacia las mujeres, mientras nosotras continuemos rompiéndonos los
tacones.
Fraternidad, solidaridad, respeto
y apoyo entre mujeres, eso es sororidad, esa es la concepción bajo la cual
debemos actuar si realmente estamos comprometidas en obtener que se validen
nuestras opiniones y que se reconozcan nuestro trabajo.
Con afecto,
Estefanía Villacís G.
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