Mi compromiso

14:37 estefania villacis 0 Comments


Y ahí estás un día, sin darte cuenta llegaste al punto de libertad deseada, porque no te presionaste, viviste el proceso o los procesos que se presentaron en cada ámbito de tu vida, sin culpas, sin arrepentimientos, sin reproches absurdos. Nada ni nadie fue capaz de conseguir oprimirte porque tuviste la dosis perfecta de valentía, de claridad, y por supuesto, de bondad en el alma, y SI, también los gramos exactos de rebeldía, para resistir a todas las “anomalías”.

Ya no hay miedos, no existe ilusión alguna que te pueda nublar, que te pueda mover hacia el lugar de las ansiedades, pues solamente tienes entereza para seguir construyendo lo que visualizas, lo que sabes que eres capaz, ningún mal viento te desequilibra… nada es ni será más fuerte que el amor y la valoración que te tienes.

Sabes y no olvidas que algo importante para no desenfocarte de tu felicidad consiste en desprenderte de los dramas, sobre todo apartarte de la gente “dramática” (eso para los teatros, por favor), evadirlas, no escucharlas, no dejarlas que proliferen la pena; y, no se trata de ser insensibles ante las situaciones “malas” - que prefiero decir no tan “buenas”-, sino de ser lo suficientemente conscientes de que no puedes dejar que tu espacio de armonía se afecte, que eso porque lo que trabajas a diario se contamine de sensaciones melancólicas. ¡Qué feo! Enserio, no malgasten el tiempo, no pierdan la vida en lamentos.

La disciplina, insistencia y persistencia, son requisitos básicos para llegar lejos (en todo), más lejos de lo que se piensa poder avanzar, total los pensamientos representan algo minúsculo cuando se obra sin perder la concentración en el anhelo, ¡Háganlo! Verán que en cada final lo logrado se parecerá poco a lo deseado, la realidad resultará más esplendida.

En fin, todo es pasajero, si ni siquiera es óptimo vivir con el recuerdo de los “éxitos” porque nos limitan a obtener nuevos, catastrófico es estancarse con los sin sabores que se pudieron dar. Es simple, realmente todo es simple. 

Sin nada especial o fuera de lo normal que me haya hecho escribir lo que han leído, voy a compartir algo que me recuerdo constantemente: 

“No sólo no quiero nunca perder el compromiso que tengo conmigo misma, pretendo ser capaz de siempre mirar mi reflejo con amor, y con la suficiente aceptación para vivir en la libertad máxima que pueda hacerlo una persona. Libertad de mente y de corazón, que es la clave para que nunca se pierda la razón”.

Con afecto,

Estefanía Villacís G.


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