Mi compromiso
Y ahí estás un día, sin darte
cuenta llegaste al punto de libertad deseada, porque no te presionaste, viviste
el proceso o los procesos que se presentaron en cada ámbito de tu vida, sin
culpas, sin arrepentimientos, sin reproches absurdos. Nada ni nadie fue capaz
de conseguir oprimirte porque tuviste la dosis perfecta de valentía, de
claridad, y por supuesto, de bondad en el alma, y SI, también los gramos
exactos de rebeldía, para resistir a todas las “anomalías”.
Ya no hay miedos, no existe
ilusión alguna que te pueda nublar, que te pueda mover hacia el lugar de las ansiedades,
pues solamente tienes entereza para seguir construyendo lo que visualizas, lo
que sabes que eres capaz, ningún mal viento te desequilibra… nada es ni será
más fuerte que el amor y la valoración que te tienes.
Sabes y no olvidas que algo
importante para no desenfocarte de tu felicidad consiste en desprenderte de los
dramas, sobre todo apartarte de la gente “dramática” (eso para los teatros, por
favor), evadirlas, no escucharlas, no dejarlas que proliferen la pena; y, no se
trata de ser insensibles ante las situaciones “malas” - que prefiero decir no
tan “buenas”-, sino de ser lo suficientemente conscientes de que no puedes
dejar que tu espacio de armonía se afecte, que eso porque lo que trabajas a
diario se contamine de sensaciones melancólicas. ¡Qué feo! Enserio, no malgasten
el tiempo, no pierdan la vida en lamentos.
La disciplina, insistencia y persistencia,
son requisitos básicos para llegar lejos (en todo), más lejos de lo que se
piensa poder avanzar, total los pensamientos representan algo minúsculo cuando
se obra sin perder la concentración en el anhelo, ¡Háganlo! Verán que en cada
final lo logrado se parecerá poco a lo deseado, la realidad resultará más
esplendida.
En fin, todo es pasajero, si ni
siquiera es óptimo vivir con el recuerdo de los “éxitos” porque nos limitan a
obtener nuevos, catastrófico es estancarse con los sin sabores que se pudieron
dar. Es simple, realmente todo es simple.
Sin nada especial o fuera de lo
normal que me haya hecho escribir lo que han leído, voy a compartir algo que me
recuerdo constantemente:
“No sólo no quiero nunca perder
el compromiso que tengo conmigo misma, pretendo ser capaz de siempre mirar mi
reflejo con amor, y con la suficiente aceptación para vivir en la libertad máxima
que pueda hacerlo una persona. Libertad de mente y de corazón, que es la clave
para que nunca se pierda la razón”.
Con afecto,
Estefanía Villacís G.
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