DESPRENDER Y APRENDER
Cuando un año calendario está por concluir de pronto surge una premura porque los días pasen de forma rápida (y no debería ser así), ya a estas alturas el cansancio y las ganas de permanecer en un estado de ocio se afianzan, pero por otro lado también la imaginación de todo lo que se quiere hacer en el nuevo año bloquean a la pereza e inyectan ánimo y energía. Se quiere empezar de inmediato.
Pasa y pasará el sentir que en
los últimos días del año ya no hay mucho por hacer, sólo compartir festejos con
amigos y familiares, es relativo, a veces en esos días se pueden finalizar con
éxito o empezar con pie derecho muchas otras cosas. De algunos finales surgen
grandes comienzos, esa ha sido una de las enseñanzas más valiosas que me han
regalado las experiencias.
De lo que si estoy plenamente
segura es de que este momento es la oportunidad idónea para replantearnos todo,
para ser más racionales y menos emocionales en cuanto a las situaciones que
quizás no estén funcionando al cien por ciento. Hay que desprenderse de lo que
presione, quite intenciones y frene a las decisiones importantes; hay que
aprender, pero bien, hay que tener voluntad y la suficiente valentía para hacer
lo que se debe sin que prevalezca el irresponsable: “Hago lo que quiero”. Lo que
se quiere no siempre conviene, no conviene muchas veces porque la ilusión nubla
la objetividad.
Pensar más de la cuenta termina
desgastando, aun así es necesario porque la plenitud no se obtiene sólo por
anhelarla, sino por trabajarla, se la mantiene en óptimas condiciones cuando se
la protege, y no se la disminuye por concesiones que al final no terminarán
valiendo la pena. Para desprenderse de cualquier partícula de toxicidad hay que
pensar y para aprender igual.
Aunque seamos conscientes de los
cambios y de las liberaciones, éstas pueden terminar acumulando restos
perjudiciales y atentatorios a la estabilidad, hasta los restos de los momentos
de excesiva felicidad hay que limpiarlos, lo que ya fue, ya fue. Cada día hay
que reprogramarlo para que sea un mejor capítulo que el anterior, no una copia,
y peor una segunda parte. La creatividad siempre debe anteponerse a cualquier
adversidad.
No considero que hayan motivos
para estar siempre igual, ni para conservar lo que ya no otorga ningún
beneficio, no comulgo con lo apegos porque terminan siendo condenatorios, no acepto
lo que sea atentatorio a la tranquilidad. Desprenderse de los “tienes que hacer” es fundamental para
aprender que la libertad de ser no se
puede conceder, absolutamente nada de lo que nos pueda disminuir se puede
pactar.
Bastaría la reflexión, sin
embargo, lo determinante sería mantener una posición de: NADA NI NADIE
BOICOTEARÁ MI DECISIÓN. Hay que blindarse con extremo cuidado, y alejarse de
los distractores para que nada llegue a empañarse. Se debe mirar con el corazón, y pensar con la
más grande razón. Desprender es aprender a elegir no sólo lo correcto sino lo
adecuado para cada uno.
La vida se vive sin prisas, se
vive desprendiendo lo malo y aprendiendo lo correcto.
Con afecto,
Estefanía Villacís G.
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