Hablemos de drogas.

7:44 estefania villacis 0 Comments



Pensar que los niños consuman drogas me causa mucho espanto, comprobarlo dolor. No puedo dejar de plantearme una serie de preguntas, las respondo, quizás en algunas de ellas me encuentre en lo correcto, en otras no. Termina siendo chocante el no entender muchos porqués, pero más frustrante el hecho de seguir descubriendo la indiferencia de los padres de familia ante la conducta de sus hijos.

Si bien, el acceso al mundo que nos proporcionan las herramientas informáticas se han convertido en parte de nosotros y de la mayoría de las actividades que realizamos, es también cierto que el no control de lo que los niños y adolescentes consumen por internet se está constituyendo en una problemática social, la cual es subestimada y desligada de muchos comportamientos contrarios a lo “adecuado” para este grupo de nuestra sociedad.

Sin embargo, me resulta enteramente incompresible el estado de negación en el que incurren los representantes de dichos menores víctimas del consumo de drogas, y sí, muchos por no decir la mayoría de ellos sospechan de una presunta adicción, ¿Qué hacen? Pues nada más que evadir una realidad que duele, pero que los daña más que el mismo consumo de dichas sustancias.

Reprenderlos con juzgamientos severos tampoco ayuda, realizar un acercamiento dotado de comprensión, sin ningún ápice de reproche resultará lo más favorable y lo que abrirá el camino para que se pueda salvar a una persona de aquel vicio mortal; y de la misma forma será fundamental el poder evaluar las relaciones familiares y los ambientes en los cuales se mueven aquellos jóvenes, con el fin de poder alejarlos de ejemplos e influencias nocivas.

Irónicamente muchos “buenos padres” al adoptar actitudes demasiado permisivas se pierden en poder estar pendientes de lo que realizan sus hijos, si bien es saludable dotarlos de libertad, ya que sin la misma se ocasionarían problemáticas más graves, toda concesión debe fijar límites que impidan los abusos y obviamente efectos adversos.

La guerra contra de las drogas se debe gestar desde cada uno de los hogares, poco o nada servirán los controles de las autoridades si no existe una educación y consciencia anti drogas, si no se toma una decisión de asumir un sano control de las acciones que realizan los jóvenes, si se dejan de usar vendas y se empieza a ser más observadores de aquella amenaza que por desgracia estará latente, pero que se podrá bloquear mediante la responsabilidad.

Las cifras son alarmantes, y más alarmante resulta la inacción de todos quienes han preferido invisibilizar la terrible realidad, con ello lo único que se está ocasionando es transformar esa infancia de ternura que debería ser para lo posterior un recuerdo añorado de aquellos niños, en una infancia de terror, de delirios tóxicos, de vacíos emocionales, de perdición.

Más que las armas, es el desinterés y la frialdad ante el bienestar de los demás lo que nos está acabando, sumado a la ambición y al individualismo en el que están viviendo la mayoría de las personas. No se puede seguir ocultando una realidad asesina, sino se habla de drogas, no se puede acabar con el depredador actual de los niños. 

Con afecto,

Estefanía Villacís G.

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