HOMOFOBIA

13:25 estefania villacis 0 Comments

Hace algunos días se dieron marchas a nivel mundial por parte de los grupos y colectivos GLBTI, de las cuales me impactó una imagen que decía: “NUESTRO AMOR NO HACE DAÑO, TU ODIO SI”…nada más cierto. Necesitamos concienciar a plenitud sobre el respeto a la individualidad de las personas, por sus gustos, sus preferencias, sus formas de vida. El hecho de que no quieras vivir en el statu quo de la sociedad, no te hace inferior, ni te debe convertir en potencial víctima de abusos y violencia de personas discriminadoras e intolerantes.

En ese mismo contexto, se difundían imágenes fuertes, terribles sobre los más recientes casos de ataques y asesinatos perpetrados a homosexuales, que me provocaban horror, impotencia y una gran decepción, de ver cómo nos estamos acabando los unos a los otros. No se trata de códigos morales ni de religiones, se trata de algo universal, de convivir sin recelos con las diferencias de todos, de construir fraternidad.

Y no se piense que esto se limita a una agresión física, pues una “simple” pero homofóbica opinión comenzará a sembrar una ola de violencia desenfrenada. Que se compartan ese tipo de comentarios es nefasto, hay que romper con la cadena de la condena a las personas que optan por vivir como su corazón les dicta y no por el que dirán de la sociedad. Y sí, nuestra constitución establece que las leyes sancionarán toda forma de discriminación, en nuestro Código Orgánico Integral Penal están tipificado los delitos de odio (art. 177), y así existen y existirán muchas normativas al respecto, aquí en Ecuador y en todo el mundo, no obstante, la solución no parte de las leyes, sino de cada persona que decida actuar bajo los lineamientos de la tolerancia, comprensión y de la paz, bajo un infinito respeto por las diferencias de ser y pensar y  por los distintos estilos de vida que cada quien elige.   
    
Lo “bueno” no se está propagando, lo que está propagándose en su lugar es una violencia desmedida. SI, la sociedad está enferma, y parecería ser que la gran mayoría quiere hacer caso omiso de esta realidad. Que ironías, la gente le tiene miedo y rechazo a los homosexuales pero no le tiene miedo a lidiar con gente  envidiosa, hipócrita, abusiva, machista, sexista… la lista puede ser interminable.

Por esto, la base para una convivencia afable recae en que nuestras actuaciones se enmarquen, justamente, bajo los principios de igualdad y de no discriminación; sin que exista ninguna situación que justifique lo contrario. Resguardar nuestra dignidad equivale a precautelar la de nuestros semejantes. Cada día debemos plantearnos como ejercicio el tomar nota de lo dicho y de lo hecho para poder reparar en las palabras u actos prejuiciosos que pudiéramos estar cometiendo; o,  para frenar los que veamos o escuchemos.

Eduquémonos para liberarnos, seamos libre para educar, analíticos para transformar y transformadores para lograr nuestra dignidad y no afectar la de otras personas.

Tengamos como línea de vida esta: Para vernos como iguales, debemos respetar las diferencias.

Hay que sanar a nuestra sociedad, la medicina se encuentra en nuestra mente.

Con afecto,

Estefanía Villacís G.


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