HOMOFOBIA
Hace algunos días se dieron
marchas a nivel mundial por parte de los grupos y colectivos GLBTI, de las
cuales me impactó una imagen que decía: “NUESTRO AMOR NO HACE DAÑO, TU ODIO SI”…nada
más cierto. Necesitamos concienciar a plenitud sobre el respeto a la
individualidad de las personas, por sus gustos, sus preferencias, sus formas de
vida. El hecho de que no quieras vivir en el statu quo de la sociedad, no te
hace inferior, ni te debe convertir en potencial víctima de abusos y violencia
de personas discriminadoras e intolerantes.
En ese mismo contexto, se
difundían imágenes fuertes, terribles sobre los más recientes casos de ataques
y asesinatos perpetrados a homosexuales, que me provocaban horror, impotencia y
una gran decepción, de ver cómo nos estamos acabando los unos a los otros. No
se trata de códigos morales ni de religiones, se trata de algo universal, de
convivir sin recelos con las diferencias de todos, de construir fraternidad.
Y no se piense que esto se limita
a una agresión física, pues una “simple” pero homofóbica opinión comenzará a
sembrar una ola de violencia desenfrenada. Que se compartan ese tipo de
comentarios es nefasto, hay que romper con la cadena de la condena a las
personas que optan por vivir como su corazón les dicta y no por el que dirán de
la sociedad. Y sí, nuestra constitución establece que las leyes sancionarán
toda forma de discriminación, en nuestro Código Orgánico Integral Penal están
tipificado los delitos de odio (art. 177), y así existen y existirán muchas
normativas al respecto, aquí en Ecuador y en todo el mundo, no obstante, la
solución no parte de las leyes, sino de cada persona que decida actuar bajo los
lineamientos de la tolerancia, comprensión y de la paz, bajo un infinito
respeto por las diferencias de ser y pensar y por los distintos estilos de vida que cada
quien elige.
Lo “bueno” no se está propagando,
lo que está propagándose en su lugar es una violencia desmedida. SI, la
sociedad está enferma, y parecería ser que la gran mayoría quiere hacer caso
omiso de esta realidad. Que ironías, la gente le tiene miedo y rechazo a los
homosexuales pero no le tiene miedo a lidiar con gente envidiosa, hipócrita, abusiva, machista,
sexista… la lista puede ser interminable.
Por esto, la base para una convivencia
afable recae en que nuestras actuaciones se enmarquen, justamente, bajo los
principios de igualdad y de no discriminación; sin que exista ninguna situación
que justifique lo contrario. Resguardar nuestra dignidad equivale a precautelar
la de nuestros semejantes. Cada día debemos plantearnos como ejercicio el tomar
nota de lo dicho y de lo hecho para poder reparar en las palabras u actos
prejuiciosos que pudiéramos estar cometiendo; o, para frenar los que veamos o escuchemos.
Eduquémonos para liberarnos,
seamos libre para educar, analíticos para transformar y transformadores para
lograr nuestra dignidad y no afectar la de otras personas.
Tengamos como línea de vida esta:
Para vernos como iguales, debemos respetar las diferencias.
Hay que sanar a nuestra sociedad,
la medicina se encuentra en nuestra mente.
Con afecto,
Estefanía Villacís G.
0 comentarios: