Derechos Humanos en tacones...

Recuerdo que en
mis primeros días de clases un compañero luego de ver mi facebook me dijo: “Has
sido reina, que haces estudiando derechos humanos”… me quede algo impresionada,
de ahí en adelante me esforcé más por demostrar la fuerza de mis convicciones y
evitar que mi supuesta “delicada” apariencia distorsionara lo que realmente soy
y la misión que quiero cumplir en esta vida, claro está, sin doblegar ante las
erradas concepciones.
Las mujeres están
liderando grandes cambios, el mundo dejó de ser de los hombres, el mundo está
siendo no de quienes quieren cambiarlo, sino de quienes están actuando bajo ese
propósito. Lo impensable ya está siendo real, y a pesar de que aún suceden
muchos hechos estremecedores, aunque mucha gente esté viviendo situaciones deplorables,
se puede contribuir en la reversión de lo nefasto, se deben develar las trampas
de las estructuras dominantes para vivir con más libertad y para fomentar el
respeto hacia los demás.
El proceso hacia una cultura de paz siempre será
continuo, las realidades
son fluctuantes, jamás estáticas, estando cerca de obtener una conquista, surge
una nueva lucha que demanda una participación activa de la sociedad; si bien,
se han consolidado muchos progresos, se continúan evidenciando muchas problemáticas
producto de un distorsionado uso de los poderes económicos y políticos… y sí, también
se escuchan muchos discursos humanistas, y al mismo tiempo se vislumbran
iniciativas sociales en aras de lograr que todas personas tengan las mismas
condiciones de bienestar y oportunidades, no obstante ¿Podemos decir que
vivimos en una sociedad donde se respetan y cumplen los derechos humanos?
Sin
dudarlo, falta mucho trabajo para consolidar la ansiada paz y justicia de los
pueblos, para erradicar la violencia y desigualdad que originan los prejuicios
y la discriminación. Pero también estoy por demás convencida que todos y cada
una de nosotros desde nuestras distintas trincheras tenemos el deber y
obligación moral de ser gestores de transformaciones, tomar como nuestras las
causas que están ocasionando una ruptura en la pacífica convivencia de las
poblaciones, de comenzar por un trabajo interno que nos permita esclarecer las
conductas inapropiadas que propician situaciones no deseables.
Mi
compromiso es hacer prevalecer mi dignidad humana y la de otros, promover el
ejercicio de los derechos, evitar la vulneración de los mismos, pero por sobre
todo ir generando espacios de sensibilización que permitan construir una
verdadera igualdad. Siempre en tacones, porque mi feminidad no es debilidad, jamás
sin ellos porque no es requisito estar descalza para llegar más lejos, los
moldes no funcionan, fortalecer la identidad sí.
El
compromiso tuyo y el de todos debe ser abandonar la indolencia y romper con los
estigmas; no tenerle miedo a la autenticidad, sino al ser cómplices de
atropellos.
Con afecto,
Estefanía Villacís G.
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