La mala costumbre de acostumbrarnos
Las rutinas nos exceden, somos
humanos, imperfectos, unos más metódicos que otros, algunos pasados de
relajados, no en todo, pero también es acertado serlo, no tomarse todo tan en
serio es una truquito interesante, de práctica constante, sin que llegue al
extremo de convertirse en una costumbre abrumante, la vida no siempre requiere
formalidades.
Confieso tener pocas rutinas, he
sentido ansiedad y el tipo de estrés idiotizante cuando me he visto muchos días
seguidos haciendo lo mismo, en los mismos horarios, por ello he ido
desajustando tornillos y ajustando otros a mi diario vivir para no caer en ese
aburrimiento tan letal. Y en todo ese ejercicio que hago, le hablo a mi espejo
y le digo porque acostumbrarnos, huyo.
La última experiencia que me hizo
repensar más este asunto fue una diligencia laboral, mi compañera me decía: "Esto
compramos, lo de allá no, debe ser de esta marca, que lo uno y lo otro (...)",
confieso que estuve a un paso de perder la paciencia, no me quedo opción que respirar,
sonreír y en el mejor tono, de la forma más gentil, casi con corazones en la
mirada decirle que estaban muy bien sus recomendaciones pero que no pasaba nada
si se probaban otras cosas, que podían ser mejores.
Luego de eso mi mente estaba
agitada cuestionando el PORQUE nos acostumbramos tanto, e irónicamente no a
cosas y/o situaciones positivas sino a preocuparnos, a tener miedos, a vivir con escudos
protectores innecesarios, y hasta a pensar que no se puede tener todo en la
vida. Aunque ese “todo” depende de cada quien y es un tema aparte.
Acostumbrarnos también resta
libertad, manifiesta que a veces nos faltan ganas y decisión para
reinventarnos, para cambiar, para desprendernos del facilismo que suele
imponerse ante el sentir que todo está bien y que aleja lo que puede ser genial;
ninguno está exento de eso.
Acostumbrarse a uno mismo, no es
opción porque somos cambiantes y en uno de esos giros que podamos dar, nos
puede resultar caro el adaptarnos a una nueva realidad.
Acostumbrarse a la misma gente, es
crear círculos y cuadrados tóxicos porque no vemos más allá de lo que indican,
no escuchamos más de lo que dicen, no hacemos más de lo que hacen.
Acostumbrarse a pensar lo mismo,
involucionar, porque nos bloqueamos y ahí es cuando todo empieza a fallar.
Acostumbrarse al pasado,
suicidio, porque tiene polvo por demás que no hay que levantar; y, también
puede llegar a apestar.
Acostumbrarse a los mismos
lugares, aburrido, hay que cambiar de energía, hay que atreverse a ir por otras
rutas y destinos.
Acostumbrarse a la misma comida,
poco placentero… y así, acostumbrarse a lo mismo y lo mismo de siempre es deprimente;
tan linda y divertida que es la vida, tan afortunados nosotros por vivirla y
ahí estamos mecanizados, inmutados cuando es de actuar, y acelerados cuando
solo basta respirar.
Ser flexibles cuesta, así como
todo lo maravilloso y saludable que podamos regalarnos para vivir en paz.
No hay que acostumbrase ni a lo
bueno porque todo se puede mejorar, ni a la felicidad porque se puede
incrementar, ni a la comodidad porque se puede perfeccionar, pero si quieren
acostumbrarse a algo o alguien, al menos que lo valga.
Con cariño,
Estefanía Villacís G.
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