La mala costumbre de acostumbrarnos

10:50 estefania villacis 0 Comments



Las rutinas nos exceden, somos humanos, imperfectos, unos más metódicos que otros, algunos pasados de relajados, no en todo, pero también es acertado serlo, no tomarse todo tan en serio es una truquito interesante, de práctica constante, sin que llegue al extremo de convertirse en una costumbre abrumante, la vida no siempre requiere formalidades.

Confieso tener pocas rutinas, he sentido ansiedad y el tipo de estrés idiotizante cuando me he visto muchos días seguidos haciendo lo mismo, en los mismos horarios, por ello he ido desajustando tornillos y ajustando otros a mi diario vivir para no caer en ese aburrimiento tan letal. Y en todo ese ejercicio que hago, le hablo a mi espejo y le digo porque acostumbrarnos, huyo. 

La última experiencia que me hizo repensar más este asunto fue una diligencia laboral, mi compañera me decía: "Esto compramos, lo de allá no, debe ser de esta marca, que lo uno y lo otro (...)", confieso que estuve a un paso de perder la paciencia, no me quedo opción que respirar, sonreír y en el mejor tono, de la forma más gentil, casi con corazones en la mirada decirle que estaban muy bien sus recomendaciones pero que no pasaba nada si se probaban otras cosas, que podían ser mejores. 

Luego de eso mi mente estaba agitada cuestionando el PORQUE nos acostumbramos tanto, e irónicamente no a cosas y/o situaciones positivas sino a preocuparnos, a tener miedos, a vivir con escudos protectores innecesarios, y hasta a pensar que no se puede tener todo en la vida. Aunque ese “todo” depende de cada quien y es un tema aparte.

Acostumbrarnos también resta libertad, manifiesta que a veces nos faltan ganas y decisión para reinventarnos, para cambiar, para desprendernos del facilismo que suele imponerse ante el sentir que todo está bien y que aleja lo que puede ser genial; ninguno está exento de eso.

Acostumbrarse a uno mismo, no es opción porque somos cambiantes y en uno de esos giros que podamos dar, nos puede resultar caro el adaptarnos a una nueva realidad.

Acostumbrarse a la misma gente, es crear círculos y cuadrados tóxicos porque no vemos más allá de lo que indican, no escuchamos más de lo que dicen, no hacemos más de lo que hacen.

Acostumbrarse a pensar lo mismo, involucionar, porque nos bloqueamos y ahí es cuando todo empieza a fallar.

Acostumbrarse al pasado, suicidio, porque tiene polvo por demás que no hay que levantar; y, también puede llegar a apestar.

Acostumbrarse a los mismos lugares, aburrido, hay que cambiar de energía, hay que atreverse a ir por otras rutas y destinos.

Acostumbrarse a la misma comida, poco placentero… y así, acostumbrarse a lo mismo y lo mismo de siempre es deprimente; tan linda y divertida que es la vida, tan afortunados nosotros por vivirla y ahí estamos mecanizados, inmutados cuando es de actuar, y acelerados cuando solo basta respirar.

Ser flexibles cuesta, así como todo lo maravilloso y saludable que podamos regalarnos para vivir en paz. 

No hay que acostumbrase ni a lo bueno porque todo se puede mejorar, ni a la felicidad porque se puede incrementar, ni a la comodidad porque se puede perfeccionar, pero si quieren acostumbrarse a algo o alguien, al menos que lo valga.

Con cariño,

Estefanía Villacís G.

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